sábado, 21 de junio de 2014

Rogelio Faz/El PIB mexicano de 1 y 6 años


Rogelio Faz/Cartas desde Chicago. Con el Campeonato Mundial de Futbol todo mundo sabe de la FIFA, como sucede con las siglas del PIB en la economía nacional, que es el producto interno bruto, un indicador en macroeconomía que designa a un país o región su valor monetario en relación a su producción en bienes y servicios durante un tiempo determinado, por lo regular cada año.
ROGELIO FAZ
En el caso del PIB mexicano, el estado de cuentas recae en la administración pública por ser el instrumento de control, tomando en consideración los efectos de la economía mundial. Pero los responsables de la administración interna mexicana no son precisamente seleccionados o nombrados por ser los mejores gambeteros de la honestidad y capacidad, que casi siempre están en “offside”. Independientemente de los indicadores de la economía como es en el caso de México, se expone el otro producto interno bruto.
El de los brutos incapaces y necios al frente del Estado mexicano, que es donde se originan las crisis internas económicas, políticas y sociales. Cuando los números no les dan, le echan la culpa a los factores externos. ¿Pero a quién culpar cuando el producto interno bruto son ellos mismos con sus corruptelas e ineptitudes?
Para comprobar nuestras habilidades en rendición de cuentas, tomemos los dos casos más recientes de corrupción y mal uso de los recursos que están dizque por aclararse, pero no se ve por dónde ni cuándo; temas que sirven de indicadores del producto bruto interno nacional, que se lleva ‘entre las patas’ no precisamente al balón, sino a la escaza liquidez ética y de paso a la economía nacional. Que acaban teniendo un efecto chanfle en la migración.
Tenemos a la Línea 12 del Metro en la ciudad de México y Oceanografía-Pemex-Banamex (Citigroup). Fraudes multimillonarios sin aclarar y ni para cuándo resolver. Pero como hay voluntad política, nuestros “pibes” crean las comisiones que no terminan en gol, en todo caso parece una finta para quienes ellos consideran a su vez  el producto interno bruto: a la tribuna; la fanaticada ciudadana incapaz de romper el domino del juego de los poderosos en la política y los intereses económicos ajenos al beneficio de la afición.
Cuando vemos el resultado de nuestros “pibes” nos damos cuenta que salimos empatados o con goles en contra. Con pillos que andan libres por la calle o disfrutando del Campeonato Mundial. En cambio, se siguen considerando los craks de la nación, que a pesar del descredito popular sostienen su rendimiento moral y político.
¿Creerá usted que es casual el desvío de fondos, despilfarro del gasto público, tráfico de influencias, contubernio con el crimen organizado, crímenes de Estado y político, con el estado de la nación? ¡Nooo, que va! ¿Y que nuestros habilidosos “pibes” para resolver estos problemas crean comisiones especiales en el Congreso según ellos para llegar hasta las últimas consecuencias? 
La simple creación de comisiones en el Congreso con este propósito, ya es un indicador de crisis interna. Cuando escuchamos a los encargados del orden y la legalidad: autoridades y políticos, asombra la lucidez de sus ideas y su disposición para contrarrestar los ataques de las malas jugadas ¡Ooolee! Cualquiera diría, en este sexenio si salimos de la crisis económica y descomposición social ¡Por fin las ‘ratas de dos patas’ y asesinos de cuello blanco irán a la cárcel y regresaran lo robado! Pero nada.
Citar los excesos, las torpezas o las barbaridades cometidas por los políticos y de la iniciativa privada salvaje, nos llevaría a organizar el campeonato mundial de la corrupción. Pero por lo pronto solo nos queda desahogarnos con aquello de ¡P&%@@S!!, cada que despejan su bola de explicaciones.  
Hacer una comparación entre corrupción, economía mexicana y el futbol puede que no haga sentido. Pero sirve para medir nuestras incapacidades en el rendimiento de cuentas que se ven reflejadas en el terreno de juego, y lo más importante: garantizar no se vuelvan a repetir los “fauls” de nuestros “pibes” y los perversos de la iniciativa privada, a lo que ellos llaman descuidos o eventos extraordinarios, que resultan mucho peor que una expresión vulgar mexicana.
Al final del partido los indicadores de nuestra macrocorrupción revelan la producción de males y omisiones que se dan en un determinado periodo de tiempo, por lo regular cada 6 años continuos y no cada 1 o 4. Por lo que se antoja gritarles la palabra vulgar mexicana en boga, que en si es híbrida y genérica. Sabrá Dios por qué algunos o algunas se sienten aludidos. Solo falta que nuestros pibes metan una querella al FMI, Fondo Monetario Internacional.

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