lunes, 5 de junio de 2017

CONTEXTO POLÍTICO Por Efraín Flores Iglesias Ganadores y perdedores del 4 de junio

Lo que vimos este domingo en el Estado de México, es algo que puede repetirse el próximo año: una elección reñida y/o peleadísima.

Nadie tiene segura la Presidencia de la República. El PRI, el PAN, Morena y el PRD serán los principales protagonistas.

Habrá quienes se pregunten por qué incluyo al PRD. Muy sencillo. Dicho partido jugará un papel importante, ya que sus votos pueden inclinar la balanza para que gane el PAN o Andrés Manuel López Obrador.

Pero centrémonos de lo ocurrido en el Estado de México.

Para Andrés Manuel López Obrador, líder nacional de Morena y eterno candidato presidencial, ganar la gubernatura del Estado de México significaba un gran reto.
Enfocó todas sus baterías contra la “mafia del poder” (PRI, PAN y PRD) y se convirtió en el verdadero candidato y jefe de campaña. Utilizó los spots que le correspondían a su partido para posicionar su imagen personal.

Los candidatos que postuló con su dedito pasaron a segundo término. Primero era él, luego él y al último él. No había más. Sus candidatos tenían que someterse a sus dictados.

Despreció en un inicio una alianza con el PRD, el PT y Movimiento Ciudadano, a quienes catalogó como paleros del régimen. Creyó que podía ganarle solo al grupo Atlacomulco. Y estuvo a punto de lograrlo, pero su soberbia e incongruencia salieron a flote.

Su candidata Delfina Gómez Álvarez no inspiró confianza y en los dos debates realizados por el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) demostró que no estaba preparada para gobernar a los mexiquenses. Titubeó en todo momento.

El que realmente creció en las encuestas, a pesar de que entró de último momento a la contienda, fue Juan Zepeda Hernández, quien evitó que el PRD quedará como un partido testimonial. De hecho, superó en las encuestas y en los resultados de la elección a la panista Josefina Vázquez Mota.

Zepeda no aceptó declinar de último momento por la representante de Morena y le exigió a López Obrador respetar al PRD, recordándole que fue él quien no aceptó ninguna alianza con el perredismo. Eso, desde luego, molestó más al tabasqueño, quien condicionó una alianza para el 2018. “La alianza es ahora o nunca”, advirtió.

El PRI supo aprovechar al máximo la desunión de las izquierdas. Su candidato Del Mazo no creció en las encuestas. Si ganó la elección fue por el voto duro de su partido y por el fuerte respaldo que recibió de su primo que despacha en Los Pinos.

El tema de los gasolinazos, la Reforma Educativa, el desgaste del PRI a nivel nacional y el gris papel que ha realizado el gobernador Eruviel Ávila, sí le pegaron a la campaña de Alfredo del Mazo, pero no fueron determinantes para que lo hicieran caer.

A López Obrador sí le pesaron su soberbia, sus recaudadores en Veracruz (caso Eva Cadena) y  su alianza de último momento con la ex lideresa del SNTE, Elba Esther Gordillo Morales.

Los dirigentes de Morena alegan que hubo fraude en la elección. Nada raro. Siempre salen con lo mismo cuando pierden.

Tal vez Alfredo del Mazo ganó por poco margen o de chiripada. Así es la democracia. Por un voto se gana o se pierde.

En 2006, Felipe Calderón Hinojosa también le ganó al líder de Morena por pocos votos. Bien o mal pero su triunfo fue legal y gobernó durante seis años al país.

Poco antes de las 9 de la noche de este lunes, el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) daba a conocer que con el 97.67% de las actas capturadas y el 97.79% de las actas contabilizadas, el abanderado de la alianza PRI, PVEM, Panal y Encuentro Social, Alfredo del Mazo Maza, obtuvo 1,955,347 votos (33.72 %) contra 1,786,962 votos (30.81 %) de la candidata de Morena, Delfina Gómez Álvarez.

Los resultados del PREP coinciden con el conteo rápido que el IEEM dio a conocer la noche del domingo. Lo que indica que el PRI ganó la elección y que será hasta el miércoles cuando a Alfredo del Mazo se le otorgue la constancia de mayoría como gobernador electo del Estado de México.

El líder de Morena ya anunció que impugnará los resultados. Nada sorprendente.
López Obrador se ha caracterizado como un mal perdedor. Cuando su partido gana una elección, alega democracia; cuando pierde, grita que hubo fraude.

Veremos si en 2018 le baja unas rayitas a su soberbia y convence al PRD para ir en una gran alianza, lo cual no le garantiza el triunfo, pero sí darle pelea al PRI y al blanquiazul.

Por cierto, aunque al PAN le fue mal con su candidata Josefina Vázquez Mota en el Estado de México, es necesario señalar que ganó en Nayarit y Veracruz. Y en Coahuila está dando pelea para defender el triunfo de Guillermo Anaya Llamas.

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