lunes, 14 de agosto de 2017

CONTEXTO POLÍTICO Por Efraín Flores Iglesias PRI, ¿con un pie fuera de Los Pinos?

Hace seis años las encuestas favorecían al PRI para ganar la Presidencia de la República. Y los estrategas priistas provecharon el divisionismo del PAN y las deficiencias del equipo de campaña de Andrés Manuel López Obrador.
Los mexicanos decidieron libremente que el PRI regresara a Los Pinos, recayendo esa gran responsabilidad en el mexiquense Enrique Peña Nieto (del grupo Atlacomulco).

Andrés Manuel López Obrador no reconoció el triunfo de Peña Nieto, a pesar de que el priista obtuvo más de 3 millones de votos de diferencia: 19 millones 219 mil 139 votos (38.21 por ciento) contra 15 millones 890 mil 147 sufragios (31.59 por ciento).

El PAN fue humilde y con madurez reconoció su derrota ante el PRI. No la hizo de tos, pues.

Las condiciones político-sociales han cambiado. Se viven otros tiempos y se respira nuevamente la alternancia en el país. El PRI ya no encabeza las encuestas y ha perdido varias gubernaturas en las tres últimas elecciones.

Peña Nieto ya no es candidato y su gestión como presidente de la República, es pésima.

La mayoría de los mexicanos ya no confía en él y cree que su peor error ha sido no combatir la inseguridad, la corrupción y el aumento al precio de la gasolina, según la segunda encuesta nacional de opinión ciudadana 2017 de Gea-Isa.

A la pregunta "¿usted aprueba o desaprueba la labor realizada por Enrique Peña Nieto como presidente de la República?", un 74% de los entrevistados en el segundo trimestre de 2017 eligió la segunda opción, mientras que solo el 19% dio una opinión positiva del priista; 7% no supo qué contestar. ¡Zas!

La encuesta fue publicada el pasado 29 de junio. Y de acuerdo a Gea-Isa, el porcentaje de aprobación es el más bajo de Peña Nieto, igualando al que obtuvo en el primer trimestre de 2017 (19%), pero representa una caída de 16 puntos respecto al segundo trimestre de 2016, cuando fue aprobado por el 35% de los mexicanos.

En las elecciones de 2015, 2016 y 2017, el PRI perdió las gubernaturas de Nuevo León, Michoacán, Querétaro, Baja California Sur, Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Puebla, Quintana Roo, Tamaulipas, Veracruz y Nayarit.
Sin olvidar, claro, que las elecciones de Coahuila y Estado de México fueron impugnadas y se tendrán que resolver en los próximos días en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

En Los Pinos y en la cúpula del PRI prevalece la zozobra. Y en la militancia hay inquietud. El optimismo no es el mismo de hace seis años.
Peña Nieto, “La Gaviota” (Angélica Rivera) y los tecnócratas priistas le fallaron a los mexicanos en ofrecer maravillas, pero con todo el cinismo del mundo gritan a los cuatro vientos que van a mejorar para retener el poder en 2018.
No quieren salir de Los Pinos. Y se entiende, ya que para ellos vivir fuera del presupuesto, es un grave error. Ya se acostumbraron a servirse con la cuchara grande. No tienen llenadero.

El pasado sábado, el PRI llevó a cabo su XXII Asamblea Nacional, en el que los delegados se comportaron igual que los de Morena: sumisos a Peña Nieto.
Fue una Asamblea para que el tecnócrata secretario de Hacienda, José Antonio Meade Kuribreña, se diera baños de pueblo. Y fue una Asamblea para calmar a Miguel Ángel Osorio Chong, quien ya se sentía candidato presidencial.

Peña Nieto decidirá el candidato de su partido, un candidato que tendrá que arrastrar con los errores cometidos por su ineficiente gobierno.

Y eso no es todo. El PRI corre el riesgo de fracturarse, ya que el presidente privilegió a sus cuates, fue ingrato con algunos personajes de su partido e incumplió con la mayor parte de sus compromisos de campaña que, por cierto, firmó ante Notario Público.

El Frente Amplio Democrático (PAN-PRD) y Andrés Manuel López Obrador tienen posibilidades de derrotar al PRI.
El poder no es eterno. Y eso lo saben los generales del PRI, quienes en el año 2000 perdieron ante el PAN. Es cuanto.

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