martes, 16 de enero de 2018

FORO POLITICO. Por Salomón García Gálvez. GRANDES CONFLICTOS SEXENALES.



De cara al caliente proceso electoral del 2018, el Estado Mexicano apenas ha logrado contener la sangrienta espiral de la violencia. Los grandes conflictos que provocan mega escándalos estallan día con día a nivel nacional e internacional.

El presidente Enrique Peña Nieto, cuya imagen se deteriora más, hace lo que puede, en tanto el gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo Flores, apaga fuegos y también contiene la escalada de violencia apegado a derecho y con limitantes en logística para la seguridad, pero aún no ha sido rebasado por el crimen.

Cuando Peña Nieto arribó al poder recibió un país con presencia de poderosos grupos de la delincuencia y de poder político con crecimiento de inseguridad y violencia con saldo –hasta ahora- de miles de muertes dolosas y desaparecidas. 

Eso mismo se replicó en Guerrero: Héctor Astudillo Flores, recibió una entidad convulsa en violencia, inseguridad, pobreza y marginación. El gobierno estatal contiene la espiral violenta pero no la frena definitivamente; es un fenómeno cíclico y temporal.

Astudillo, además de coadyuvar para el combate al crimen, se enfrenta a factores negativos que ponen en riesgo la gobernabilidad: delincuencia organizada, células y pandillas que generan violencia que dañan a la sociedad, policías comunitarios impreparados además de “crímenes políticos”. 

Por si lo anterior no fuera suficiente, para Guerrero se anticipa un proceso electoral, además de caliente violento e inédito por cuanto al comportamiento de sus actores políticos y los grandes intereses económicos que se generan cada tres o seis años.

Las pugnas entre los grupos políticos del  PRI, PRD, MC y otros suelen dirimirse de manera violenta al rancio estilo del pistolerismo guerrerense.

Nadie lo desea, pero en ciertas regiones de Guerrero impera la ley  del “cuerno de chivo”, del R-15 y demás armamento de alto poder. Los capos también tienen sus candidatos. Al tiempo.

A nivel nacional las precampañas de tres precandidatos presidenciales se han desarrollado con alto grado de guerra sucia y estiércol que involucra a todos los actores políticos que intervienen en la batalla por Los Pinos.

Desde los “cuartos de guerra” de los precandidatos presidenciales –Ricardo Anaya (PAN), José Antonio Meade (PRI), Andrés Manuel López Obrador (Morena)-, los consultores políticos y expertos en Marketing implementan estrategias para debilitar y destruir al enemigo. Es una cruenta guerra sin cuartel.
En Guerrero la guerra subterránea y forcejeos  entre partidos continúa; se acordó el frente PRD-PAN-MC para ir a la contienda en coalición en 60 municipios y “solos” en 16, pero falta definir al candidato por la alcaldía de la Joya de la Corona, Acapulco. Existe riesgo que el acuerdo de unidad se rompa y cada uno de los tres partidos salga con candidato propio.

Por su parte, el PRI se encuentra agazapado como calculando al adversario. De hecho, el PRI ya cuenta con ternas en cada uno de los municipios de Guerrero.

El tricolor siempre ha sido cupular y vertical; se disciplinan ante el dedazo de sus “Tlatoanis”, tanto a nivel nacional como estatal, de acuerdo a las candidaturas y grandes intereses y salvaguarda de parcelas de poder. 

Más claro: Meterán su cuchara pozolera ex gobernadores, capos de la política, líderes gremiales y caciques de viejo y nuevo cuño, para seleccionar candidaturas.

Los grandes conflictos que se han suscitado a lo largo de dos años del sexenio del gobernador Héctor Astudillo Flores, los ha ido sorteando con cierta dificultad pero con éxito basado en el derecho y la ley, con justicia, pero no todos quedan conformes. 

Hay quienes le apuestan al fracaso del gobierno astudillista, como es el caso de un segmento del PRD que encabeza la ex candidata perdedora Beatriz Mojica y sus esbirros.

Tlachinollan, CNTE-Ceteg, Ayozinapa-Padres de los 43 más el “fuego amigo” y políticos resentidos desearían ver fracasar al gobierno que encabeza Héctor Astudillo. 

La fortaleza del gobierno de Astudillo se la da el respaldo popular con que arribó al Poder Ejecutivo; de otra manera no tendría éxito…Punto…

  

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